jueves, 16 de mayo de 2013

Una vez más, ha triunfado la mediocridad


El periodismo deportivo español ha seleccionado a su blanco, ha disparado contra él sin piedad y ha conseguido que, una vez moribundo, abandone el país. Tristemente no es la primera vez que sucede y muy probablemente no será la última. En unos meses, Mourinho hará las maletas rumbo a Inglaterra, un país en el que los triunfadores son respetados y en el que el éxito se premia con reconocimiento y admiración. Allí son los mediocres y los envidiosos los que no respetan a los grandes. Aquí, los mediocres y los envidiosos se creen grandes insultando a los triunfadores.

Mourinho ultima los detalles de su traslado a Inglaterra para que entre otras cosas, su hijo no vuelva llorando a casa del colegio, azotado por unos compañeros que han llegado a clase después de leer el Marca y el AS. Dos periódicos que jamás aceptaron que Mourinho no se sometiera a su dictadura, dejando de alinear a sus amiguetes o negándoles entrevistas que habrían disparado sus ventas. El mafioso comportamiento de la prensa se encontró con un bache que sólo han sabido gestionar manipulando a un público poco crítico que interioriza sin rechistar las líneas editoriales de estos medios de comunicación. 


Cabe señalar que de la pobreza de nuestro periodismo deportivo tenemos mucha culpa los españoles. Su deterioro ha contado con la connivencia de una sociedad alelada y conformista que ignora qué es la prima de riesgo pero que conoce a la perfección dónde está situado el pueblo del que procede Andrés Iniesta. Lamentablemente, Torrente ha dejado poco a poco de ser una parodia de nuestra sociedad para convertirse en un fiel retrato de ella. 


Mourinho se convirtió en el blanco de las agresiones de la prensa deportiva el día en que fue presentado como nuevo entrenador del Real Madrid. Atrás quedaron los tiempos en que el periodismo deportivo informaba a sus lectores y oyentes. Hoy en día vende más el morbo que la realidad. Historias ficticias y fantásticas que divulgan unos redactores que son incapaces de diferenciar la información de la opinión.

Actualmente, interesa más describir la celebración de un gol que describir la jugada que lo precedió. De la jugada no se puede sacar ninguna historia. De la interpretación de los gestos del jugador al celebrarlo, mil y una. Si el jugador lo celebró con normalidad, se dice que es educado, sencillo y humilde. Si lo celebra con rabia se le llama chulo y prepotente. Si además tiene la osadía de contestar a una grada que lleva 90 minutos acordándose de su madre, se le tilda de provocador. Resulta patético que la prensa se arrogue la autoridad moral de juzgar a deportistas y entrenadores pero esta es la clase de prensa que hemos decidido consumir. 



España y por extensión su prensa, se ha convertido en un manso y perezoso pueblo donde no caben los triunfadores. Los buenos son defenestrados y los insulsos personajes de escaso nivel intelectual, elogiados.

De momento, España y su vergonzosa prensa deportiva han logrado echar a Mourinho. Una vez más, ha triunfado la mediocridad.




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