miércoles, 1 de mayo de 2013

Querido Alacrán


Querido Alacrán,

Esta es la última carta que voy a escribirte.

Hace ya prácticamente un año que a gritos me dijiste que me odiabas y que me querías fuera de tu vida. Y ahora que estoy fuera, me odias por no querer volver a ella. Que odiar se te da mucho mejor que amar es algo que ya sabía, pero nunca imaginé que pudieras llegar tan lejos. Como no me merezco ser odiado por nadie y muchísimo menos por ti, te pido por favor que te olvides de mí para siempre.

Casi un año hace que tomaste la decisión de abandonarme y todavía no has querido olvidarme. Aprovechaste esa estancia mía en el extranjero que tanto fingiste sufrir para buscarme un sustituto que al parecer, no has logrado siquiera que comience a gustarte.

Lo pasé muy mal, pero hace tiempo que logré pasar página. Me costó mucho, pero la familia, los amigos y el tiempo ayudan muchísimo. Ahora tratas de acercarte otra vez a mí, pero felizmente, ya no soy el mismo. No volveré jamás a permitir que nadie me robe mi vida privada, mis amigos o mi familia. Afortunadamente he dejado de consentir que tu veneno siga recorriendo mis venas como hice durante años. El desprecio y la crueldad con la que me trataste las últimas veces que hablé contigo, vacunaron el carácter sumiso con el que afronté la ruptura en un principio. Eso sí tengo que agradecértelo. Gracias.

Me comunicaste tu huida hace ya casi un año y eres incapaz de entender que un año más tarde prefiera no saber de ti. Nunca entenderé que ahora, después de tanto tiempo, hayas decidido ofrecerme las conversaciones que me negaste. Esas conversaciones en que mirándome a los ojos habrías de explicarme por qué llevabas meses acostándote con otro mientras me mentías diciéndome que los celos te corroían al imaginarme compartiendo pupitre con otra chica. Supongo que fue este panorama el que te llevó a cortar con un mensaje de texto. A mí me dijiste que no querías nada con nadie y que necesitabas estar sola. Sospecho que nunca imaginaste que serían tu hermano y tu madre los que me contarían toda la verdad.

Tras un duro y largo sufrimiento, alcancé la paz que siente uno cuando recupera su libertad. Por fin me rescaté a mí mismo de tus posesivas garras y volví a gozar de mi vida. Logré librarme de la cruel injusticia que me hiciste padecer con el estúpido consentimiento de quien se enamora por primera vez.

Ahora eres tú la que desde hace unos meses se acerca a mí constantemente y todavía no sé por qué. Supongo que echas en falta la vanidosa sensación de ser deseada por varios tíos al mismo tiempo. O quizá tengas la intención de volver a atacarme con tu mortífero aguijón y hacerme nuevamente prisionero de tus celos enfermizos. O quizá quieras volver a vigilar los mensajes de mi móvil mientras tú silencias el tuyo para que no suene cuando estás conmigo. Sea lo que sea, ya no me interesas, así que fija tu punto de mira en otra víctima y haz que sea otro quien padezca los efectos de tu virus.

Así que, lo siento, pero seguiré sin contestar a tus mensajes. Me encantaría que fingir se me diera tan bien como a ti, pero lo cierto es que ya no me interesas. Si te ignoro es porque soy incapaz de esconder la indiferencia que me produces bajo una de esas caretas de falsa preocupación que vistes habitualmente.

A menudo me pregunto, ¿Por qué serás tan egoísta? ¿Por qué te duele tanto que te haya superado? ¿Por qué vuelves a la carga? Siempre me quedará la duda, como tantas otras.

Los recuerdos bonitos con los que últimamente invades mi móvil no me ablandarán el corazón así que olvídate de mí y préstale a tu novio la atención que no me prestaste a mí. Preocúpate de ofrecerle a él tu amistad y no de recuperar una amistad que nunca quisiste ofrecerme. Y por favor, cuídale mucho, porque los dos sabemos a quién acudirás si en algún momento decidís dejarlo.

Fdo. Rodion

No hay comentarios:

Publicar un comentario